Contábamos con 2 meses de embarazo, sabiendo que el primer trimestre era el de más riesgo y sumando las circunstancias en las que nos encontrábamos desde la desafortunada caída el panorama era algo desalentador.
Los días comenzaron a pasar a un ritmo raro y cada uno tuvo que verse reflejado en el otro para dar otro sentido a sus pasos.
“J” se vio forzada contener su ímpetu y su naturaleza: siempre tan activa y tan ordenada en todas sus actividades tuvo que adquirir esa paciencia y calma que de algún modo me caracterizan para dejar en mis manos nuestra casa y conformarse con atiborrarse de libros, revistas, artículos de internet y todo aquello que pudiera representar una distracción para tantos días de sentencia, perdón de reposo.
Por mi parte, yo trabajaba desde casa y todo lo hacía mediante una computadora con internet de forma virtual, dicho empleo me permitió enfrentar la situación desde una mejor posición y en algunos casos (lo confieso) mezclar mis tareas del trabajo con las de esposo y futuro papá; y teniendo como distracción los ratos que salía a hacer compras o realizar algún pendiente fuera de casa. Tuve que poner un poco el orden y el cuidado característico de mi leona en mis distintas actividades, de otra manera no sólo yo me volvería loco, sino ella también.
Estábamos como “leones enjaulados” nuestra sensibilidad a flor de piel, algo irritables y desesperados por saber que ocurría con nuestro bebé, cuando él mismo nos ofreció nuestra primera enseñanza, a los 20 días de la caída, Jackie no retuvo alimentos durante un día entero lo que hizo que acudiéramos nuevamente a ver que sucedía.
Viendo el cansancio, la desesperación, la tristeza e incluso depresión de Jackie, sugerí a la ginecóloga que todo fuera producto de la carga emocional propia del encierro y el reposo, y ella tomándolo como una posibilidad, nos propuso hacer a la brevedad el ultrasonido planeado para 10 días después y saber la evolución del
embarazo. A primera hora del siguiente día acudimos a realizarlo, después de unas horas y ya con el resultado en la mano la doctora sonrió y nos dijo que los cuidados habían dado resultados y que de algún modo debían seguir, pero que podíamos estar tranquilos porque la lesión
en la placenta había sanado, que todo valió la pena.
Hoy día la lección más grande que tenemos de todo lo anterior, es que nada se le comparará nunca a la lucha de nuestro leoncito, quien siempre de alguna forma, (quizá con vómitos y náuseas) nos trató de decir desde
adentro que estaba creciendo, que aun siendo tan diminuto libraría tal batalla, que veríamos su sonrisa, que lo acompañaríamos en sus gateos y escucharíamos sus rugidos, porque desde entonces, con todo y su fragilidad ya era una pequeña gran fiera, quien sin conocernos aún nos enseñó que en la vida siempre hay que luchar por nuestros sueños e ilusiones con el corazón y por amor, tal y como él lo hizo.
embarazo. A primera hora del siguiente día acudimos a realizarlo, después de unas horas y ya con el resultado en la mano la doctora sonrió y nos dijo que los cuidados habían dado resultados y que de algún modo debían seguir, pero que podíamos estar tranquilos porque la lesión
en la placenta había sanado, que todo valió la pena.
Hoy día la lección más grande que tenemos de todo lo anterior, es que nada se le comparará nunca a la lucha de nuestro leoncito, quien siempre de alguna forma, (quizá con vómitos y náuseas) nos trató de decir desde
adentro que estaba creciendo, que aun siendo tan diminuto libraría tal batalla, que veríamos su sonrisa, que lo acompañaríamos en sus gateos y escucharíamos sus rugidos, porque desde entonces, con todo y su fragilidad ya era una pequeña gran fiera, quien sin conocernos aún nos enseñó que en la vida siempre hay que luchar por nuestros sueños e ilusiones con el corazón y por amor, tal y como él lo hizo.
GRRROOOAAARRR!!
"V"
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