miércoles, 11 de junio de 2014

Cosas de mamá en la cabeza de papá

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Desde Septiembre del año pasado terminé relación laboral con la empresa para la que trabajaba y la cual me permitía laborar desde casa y a su vez poder estar más al tanto de algunas cosas que suceden tanto con nuestro leoncito, como también con los asuntos de nuestro hogar. Desde entonces, y siempre con el apoyo de algunos de nuestros familiares,  he buscado un nuevo empleo y trabajado de forma eventual, sin embargo la búsqueda ha permanecido sin mucho éxito.
Hace algunos meses, mientras cenábamos, mi fiera hizo una mueca al no estar a gusto con la forma en la que le había quedado un platillo; la verdad es que yo ni siquiera me percaté y aunque intenté calmarla, diciéndole que me encantó el platillo (y miren que así lo fue) y que lo que importa es el amor con el que hace las cosas, no vi que mis palabras disminuyeran en mucho su malestar e incluso después de ello no supe que más decir y de algún modo deseé poder saber qué decir (o qué no) si algo así ocurriera nuevamente o entenderla al menos un poco mejor, y me fue concedido…
Pocas semanas después, Jackie recibió una propuesta por parte de uno de sus hermanos (con quien ya había trabajado antes) para ayudarle a cuidar un pequeño negocio mientras su esposa se recupera del nacimiento de su segundo hijo. Después de platicarlo un buen rato decidimos aceptar.
Una de mis tareas es ayudar a Jackie a abrir el local y acomodar algunas cosas, así como regresar por las tardes y apoyarla en lo que pueda a la hora del cierre; y una vez a la semana acompañarlos a surtir y comprar nueva mercancía, ya sea para cargar cosas o bien entretener a nuestro cachorro, que últimamente es un verdadero torbellino.
Pero ahí apenas inicia todo, después de abrir el local, me dirijo a casa a realizar nuevas búsquedas de vacantes en internet y de camino paso a comprar lo que necesite para hacer la comida. Lo primero que tuve que aprender no fue sólo tratar de calcular con cuánto de cada cosa alcanza para preparar cada platillo sino también a escoger verduras y alimentos frescos. A la par y dada la situación económica en general, hay que “estirar” el dinero y buscar a quienes ofrecen mejores precios u ofertas (sigo sin entender como le hacía mi mamá para darnos de comer con tan poco $$$), mientras camino o hago mis compras no me ha sido raro percatarme de que algunas personas ven con cierta incredulidad cuando le “atino” al calcular el peso que requiero o simplemente cuando sin dudar pido aquello que necesito o comparo calidad.
Ya en casa el aprendizaje ha sido mucho más, hoy día entiendo la importancia de dejar cada utensilio, traste, condimento, botella, etcétera en su lugar y tener organizada la alacena; aunque siempre se acumulan los trastes sucios, sé cuáles debo de lavar de inmediato para evitar que se pegue la grasa o los residuos de alimentos; por fin me di cuenta de que la estufa no se limpia sola y de que vale más tomarme 3 o 5 minutos después de usarla que hora y media para limpiarla ya con cochambre;  yo, el más desordenado, soy quien trata de poner orden a las cosas que ocupamos y a veces dejamos (sobre todo yo) tiradas por las prisas que nos agarran en las mañana y ¡ah! cómo me cuesta.
Ya calculo con cierta exactitud cuánto dura cada botella o bolsa de: detergente, jabón, aceite, papel higiénico, azúcar, agua… y estoy al tanto de lo que va haciendo falta y es más frecuente que se necesite. Y por último, me atreveré a presumir que algo le aprendí a mi mamá de lo riquísimo que cocina y lo he venido mejorando desde que estoy con mi otra gran cocinera, Jackie, y es de lo que más he podido disfrutar no sólo al momento de comer sino de cocinar (hasta aprendí a usar la olla exprés!).
Algo de lo que puedo decir es que hoy día, teniendo en mi cabeza parte de las cosas con las que Jackie ha tenido que lidiar a diario, no me ha hecho pensar ni hacer las cosas como ella, sino a apreciar más que nunca que aunque estoy muy lejos de estar capacitado al 100% para “el trabajo más duro del mundo” lo que me corresponderá siempre es poner mi granito de arena para mejorar mis hábitos y contribuir a que nuestra casa mejore y con ello las labores no se le carguen tanto a mi leona.
Día a día, cada vez que me dirijo con mi mochila llena de trastes con la comida que acabo de preparar, no sólo espero con gran ilusión que les guste a mis amores, sino además me siento muy contento de haber podido entender la mueca y el descontento de Jackie, pues hoy día, aun cuando lo que hago lo puedo llegar a realizar de buena forma, sé que no sólo basta con hacer las cosas bien y con todo el amor y cariño del mundo, sino además es vital preservar siempre esa sensación de poder y querer mejorar cada cosa y con ello hacer lo mismo nosotros como seres, como pareja y por supuesto como padres.
Gracias Jackie, por todos tus cuidados, tu empeño, tu dedicación y tu amor.


¿Alguna vez has atravesado una situación similar junto con tu pareja?
¿Qué cosas o labores del hogar crees que son las que más se nos dificultan a los papás?
Me puedes seguir en @POETAMUERTO y en el blog de "Baby Center en Español".

photo credit: bradleygee via photopin

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